La radicalización de la juventud española llegaba a las calles.
Extracto del capítulo primero. La vieja general.
1969 fue un año que la violencia se extremó en las calles de nuestro país. Se declaró el Estado de Excepción en todas las ciudades. Las libertades de reunión, manifestación y expresión, que ahora nos parecen cotidianas, estaban penadas y castigadas por la ley, con un número de años que oscilaban entre los dos y los veinte.
La insurgencia estudiantil era notable. Aparecieron los comandos, pequeños grupos de manifestantes que llevababan de culo a los grises. Jóvenes aguerridos que dando una media docena de gritos exigían la libertad cortando la circulación de una vía o una plaza.
Protestaban enérgicamente contra la dictadura franquista, y rápidamente tan pronto aparecía la policía se dispersaban para reagruparse en otro punto de la ciudad horas más tarde.
El fútbol no era importante para los jóvenes españoles. El país vecino por aquel entonces ya contaba con grupos ultras consolidados. El tifo estaba presente en muchas gradas del norte y del sur de Italia.
En España, por el contrario, se disputaba la última etapa de la represión franquista. Había mucho en juego. La entrada de la democracia. La bienvenida a la libertad. La era de la justicia y la igualdad.