(Paul Preston, foto diario El País)
Santo y seña de una generación, las pancartas mensaje llegaron a convertirse en dardos envenenados consiguiendo alzar la voz ganándonos el respeto y una reputación que quizás no la merecíamos.
Cada jornada en Mestalla el público estaba expectante ante los nuevos recados. Entre los más afamados destacaron dos por su excelencia, austicia y valentia
Cada lunes los medios de comunicación valencianos, a través sus reporteros gráficos, las rescataban en sus páginas para que no cayeran en el olvido.
Fuimos más de letras que de ciencias imprimiendo un sello caracterizador de una grada en la cuál la literatura no estaba reñida con el fútbol. Sorprendimos a muchos, molestamos a otros y las aplaudieron el resto.
Los más de tres mil metros de tela negra a ser posible en raso que nos suministró Almacenes España, lugar de culto y peregrinaje para los chicos del Gol Gran marcaron una época.
Los utilizados a modo de recordatorio a los hermanos Roig con esta doble pancarta, “Juan y Fernando el respeto al empresario puede convertirse en menosprecio al cacique”. “No se especula con 80 años de historia” causarían efecto.
Con estas duras palabras a modo de advertencia, mencionando y señalando como parte del problema social generado por la acumulación de títulos e imposibilitando la gobernanza del club a estos dos empresarios de éxito, (propietario de Mercadona y alma mater de Pamesa) acabarían ejerciendo de medida de presión, para que dos semanas después, los titulos fueran dispuestos en una notaría de la ciudad de València al valor nominal.
O el contundente mensaje dirigido a un hispanista, por un error de cálculo cometido en uno de sus libros revisionistas que incluso destacaría hasta el mismisimo diario El Pais, ¡Paul Preston miente! consolidaron al Gol Gran en un espacio dónde la crítica no sólo era propiedad de periodistas y escritores.
No nos faltó nunca el ingenio en un momento de transformación y mercantilización de los clubes de fútbol en sociedades anónimas deportivas.