Lo del ‘novio de la muerte’ no fue para tanto

Desde hace años me aburren los críticos en materia municipalista. La opinión en esta ciudad ha dejado de ser punzante. Ni el centro en su más estricto significado, es un alud de equilibrio en ofrecer respuestas a las posturas ya no ideológicas, sino de partidos que se constituyen cada legislatura. 

El otro día sin más lejos, «El novio de la muerte» estrenaba a bombo y platillo la desaborida Fira de Juliol. Hace años que no le encuentro ningún sentido a la celebración del tal evento, es más, la incluiría en el catálogo de despilfarros del Ayuntamiento de València. Si no se celebrase no pasaría nada.

Si hiciéramos una encuesta, no las de Tezanos, no son creíbles, a pie de urna y a una semana de arrancar la fira, me jugaría el cuello a que tan solo un 10% de valencianos participará como asistente en algún acto del despeinado programa. 

Esto ya no sucede en la terrorífica noche de Halloween, ni en la semana fallera, ni por supuesto en la ya favorita de los valencianos nit de San Joan. 

Me reafirmo en que dicha fiesta no es recuperable, como tampoco lo es el Corpus, hace varios siglos, la gran fiesta por excelencia de la ciudad. 

Algunos colegas por el chat se empeñan en convencerme de que la Gran Fira es recuperable, poniéndoles en conocimiento, que la festividad del santo en el calendario laboral es una jornada festiva y recuperable para los trabajadores. 

Hace tiempo que no me interesa la opinión de la oposición de un bando o del otro en estos lares. La encuentro oportunista, sin criterio, sin fundamento, y buscando el voto fácil o escurridizo. 

En materia de tradiciones y costumbres el gobierno municipal valenciano en cada legislatura hace lo que le rota. Con todos mis respetos, la promoción y defensa de la cabalgata de las Reinas Magas fue un insulto a la inteligencia. 

Sin olvidarnos de la no presencia del anterior alcalde de Valencia en la Semana Santa Marinera, una falta de respeto, o la no entrada de la Real Señera en el Te Deum del 9 d’ Octubre, un espaldarazo a la historia. Jaime I posiblemente era más cristiano que Antonio Recio español. 

Ahora gobiernan los contrarios a los que gobernaban, y algunos, no aceptan que vivimos en una plena democracia. 

Lo del cordón al embrutecimiento no es la respuesta, y lógicamente, ‘El novio de la muerte’ no es una de mis letras favoritas, no la tarareo, recalcando que no me entusiasman los responsables de la concejalia de ferias. 

Parafraseando a Miguel de Unamuno, venceréis pero no convenceréis

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