La travesía del norte al sur: la desradicalización

Engreídos y radicalizados, habíamos conseguido llegar a lo más alto. En el fondo rentabilizamos como nadie todos los recursos que dispusimos. Lubos era una marca top en Mestalla. Visibles, fuimos incluidos en el catálogo de grupos ultras que el comisario de polícia José Manuel Seara había elaborado con minuciosidad para la Comisión Nacional Antiviolencia.

Solíamos puntuar en el concurso mensual de la revista Superhincha. “Mestalla” tifaba a lo grande. Subvencionados, el grupo no aumentaba en miembros, pero sí sabíamos hacer ruido en cada jornada e incluso en los desplazamientos.

La animación pasaba por malos momentos, debido a una crisis de identidad propiciada por la falta de liderazgo. El insulto y desánimo se había apoderado de un fondo que no salía de las rutinas clásicas del embrutecimiento.

Una especie de murmullo generalizado nos señalaría como portadores de la renovación del tifo en el Luis Casanova. El ambiente social era propocio. Arturo Tuzón abandonaría la presidencia y lo sustituirá un Roig con aires de grandeza, que modernizaría ciertos estamentos de una sociedad valencianista que vería con buenos ojos su irrupción en el palco.

Por aquel entonces, Gonzalo Pérez Mora (Yomus) haría de interlocutor con nosotros, presentando un nuevo proyecto de grada en el fondo sur, que contaría con el respaldo de la facción que años atrás había dejado Yomus liderada por Rafa Lahuerta.

Los contactos fueron rápidos y satisfactorios formalizando el trámite del traslado al fondo Sur, y creando la grada Gol Gran, gracias al aperturismo de la nueva directiva que con Antonio Company de enlace sería una pieza fundamental en el desarrollo de la nueva grada de animación. Mestalla nos necesitaba.

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