Durante los casi diez años que mantuve correspondencia con ultras nacionales e internacionales aprendí el protocolo a seguir.
A la vuelta de clase esperaba ansioso las respuestas que escribía a la mayoría de anuncios que se publicaban en mercatifo, la sección de intercambio del magazine de los tifosi organizados.
A lo mucho podías no recuperar el sello, el papel, el sobre y alguna foto que enviabas de cortesía. Con el paso del tiempo la máquina de escribir sustituiría a la escritura a mano llegando a considerarme un profesional del carteo.
Estaba obsesionado con acumular fotos y fotomontajes. El resto del merchandaising apenas me colocaba llegando a superar el centenar de amigos en un período corto de tiempo, dejando a un lado lo realmente importante que eran los estudios.
Con muchos de ellos la relación fue bastante fría, algunos incluso ni se molestaban en devolverte unas letras, otros por el contrario dedicaban una hora de su tiempo en relatar sus experiencias personales en las gradas.
Con Fabio Bruno, incondicional la Sampdoria y uno de los mayores expertos del movimiento ultra internacional fue especial. Sus contestaciones siempre fueron devueltas con rapidez, buena letra, pulcritud y acompañados de un grapado de material de primerísima calidad.
Fabio, fue sin duda el mejor reportero de la década de los ochenta y mitad de los noventa, antes de su retirada, acumulando en su haber una gran cantidad de crónicas de las cuales muchos jóvenes ultras aprendimos a entender la filosofía del tifo.