La Lonja; ¿protegida de los borrachines?

Lo de la conservación del patrimonio con el pueblo valenciano no casa mucho. Desafección, autoodio y rebosantes “nuevas glorias a España”. Sin tener que pedalear en exceso, mirando de reojo para no molestar, sigo sin dar crédito al ver cómo ciertos valencianos dilapidaron nuestras entidades crediticias. 

Estos falsos patriotas tuvieron que obligatoriamente desenchufar su televisión pública (cortijo) de sus televisores, y para colmo, a los que les apasionaba el fútbol les rompieron el corazón tras aquel cónclave celebrado artificialmente en la avenida Suecia. ¡ Menudos sinvergüenzas !

Fecha en el que el club de sus amores se traspasaba a un fondo de inversión asiático. El Valencia C.F. pasaba a ser un activo tóxico. Molestaba. Deplorable. Indigno. Por no hablar de la naturaleza de la lengua materna del pueblo valenciano, vilmente maltratada durante siglos.

Podría estar enumerando o citando escenas dantescas del patrimonio histórico valenciano esquilado como la piel de una oveja. Próximamente serán los playas en beneficio del Puerto. Todos cómplices. Hay que repartirse el pastel. Lo que importa es el beneficio. Lo fue el ladrillo en detrimento de la huerta. En fin, la vaga idea de la prosperidad o modernidad de algunos, no de todos. 

Necesitaría revivir demasiados repechos en Las Fallas, para poder realizar una más que abudante y nada raquítica crítica a través de la sátira. Fiesta, que por cierto, va camino de convertirse en un Masterchef

Lo que hoy cuento es de reciente pasado, está muy presente y tampoco es tan descabellado que algún escritor valenciano reedite una segunda versión, y no edición de Arroz y Tartana

El lugar, la plaza del Mercado. Ubicación, la Lonja. Casa nostra y de la humanidad. En mi corto paseo por la crítica, tour realizado sin aglomeraciones para evitar cualquier exposición, y así poder burlar a la propia crítica, mí dirección fue el portón principal. 

Ni en mis tiempos mozos, (he de reconocer que le he cambiado el agua al canario en muchas plazas, plantas y/o árboles de lugares públicos), nunca hubiera ni meado, ni vomitado en esta joya del gótico civil valenciano. Lo reconozco. Mi vieja diría, 

¡Eres un cerdo!-

Exclamación que balbuceaba con asiduidad.

¡Mejor que cerdo, inconsciente, Carmela

La parada fue obligatoria. Por cierto, el día que conocí que Pilar Roig, amiga en un tiempo determinado de mi vida, y enorme profesional era la encargada de restaurar, (a mis espaldas en aquel momento) la iglesia de los Santos Juanes me llevé una grandísima ilusión. Hay vida inteligente en la dirección de València.

La Lonja, mostraba totalmente vallada en toda su manzana, el temor al orín del borrachín resistiendo al olor del fritanga. El anterior gobierno del Botánico no estuvo a la altura en este expediente, ( expedientarlos hubiera sido poco ) y se le debería achacar su nula y fea gestión. Realmente fue un gobierno municipal absolutamente decepcionante e inoperante en materia de cultura con un perfil muy bajo. La cultura del entretenimiento, y en valenciano (a veces rozando el sectarismo) sí les fue muy bien. Siempre al borde de los quince mil.

Me acerqué al seguridad, confesándome que los compañeros hacían guardia tres vigilantes en tres turnos. La empresa era conocida por todos, Prosegur. Me fui caminando con un único propósito. Denunciar que no había suficientes miembros de la fuerzas de seguridad, ni de recursos públicos para custodiar la Lonja, teniendo que recurrir al ámbito privado aumentando así el gasto público. De locos.

Lo que San Josep no ve… «Una tasa turística para Las Fallas»

(Continuará)

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