Encuentro un denominador común entre la atsmósfera creada entorno al fútbol de antes, y el devoto universo del humano por sostener las redes sociales.
En ambos estados y estadios, desde el anonimato, uno podía y puede insultar al rival o enemigo político e irse a dormir conciliando el sueño sin ningún cargo de cociencia, ni resposabilidad alguna.
En el caso del fútbol el conjunto de la sociedad ha evolucionado reencontrándose con el buenísmo silenciando a los borregos, y corregiendo los perversos tics de un pasado neandertal que ha acabado por arriconar a los violentos.
En la redes aún está por explotar a una sociedad cada vez más polarizada y adictiva, frenar la sinrazón o la mentira que navega más rápido que la propia luz.
Y preocupa cada vez más entre las élites intectuales, profesores, educadores, padres con hijos adolescentes y medios de comunicación solventes.
Sin ir más lejos hace casi diez años en una entrevista concedida por el profesor Umberto Eco al diario la Stampa, el filósofo se refirió así al momento que estamos viviendo.
«Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad.
Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas.”
¡Amén!