Pese a no brillar lo esperado defendiendo la camiseta del Valencia, el ariete carioca engatusó a la gradería de Mestalla por su heroicidad y extravagancia. Si el cuero hubiera alcanzado la red más de lo previsto, los mestallistas lo hubiéramos mitificado.
Viola no pasó inadvertido por el fútbol español. No fue por su juego que por cierto era un jugador que apuntaba maneras, sino porque podía haber encajado en el papel de un personaje del serial del dibujante Paco Roca. Romario un jugador de dibujos animados y Viola un héroe de la industria Marvel
En la temporada que firmó por el Valencia, un grupo de amigos de la grada consolidamos una amistad, diría yo, familiar viéndonos casi a diario.
No salíamos del triángulo callejero formado por Filandia, General Pando y Micer Mascó. Siempre teníamos algo que hacer participando en todos los saraos y fiestas de la ciudad.
La amistad no se ceñiriá sólo al ámbito deportivo increscendo con el paso de los años, y registrada notarialmente cómo una relación cálida, de honor y respeto la que mantuve principalmente con Ramón Izquierdo (Letrado).
Además de compañeros de grada y de farándula, acabaríamos siendo socios de Publicaciones Nº12, sociedad que daría vida a la revista que editamos como alternativa a Superhincha, encargándose del apartado de la fotografía. Ramón en sus quehaceres era ordenado, metódico, eficiente y buen fotógrafo
No pudo ser de otra manera que en una de nuestras aventuras, andanzas propias de los personajes del Kronen de José Ángel Mañas (no sé si fue la Navidad o las Fallas siguientes) recibimos la visita sorpresa de Manu.
Manuel era seguidor del Paris Saint Germain y contaba con familia residente en el cinturón industrial de València. Además venía con la tarjeta de recomendación de Rafa Lahuerta.
Pasamos unas divertidas jornadas junto a Manuel. Él fue, quién con unas cervezas de más, nos ayudaría a introducir en Mestalla el ¡Uh, ah, Viola!, ¡Un,ah, Viola! (Ginola) convirtiéndose en un grito de guerra en Mestalla.