La original idea de retratar el sol naciente emulando al Guernika sobre una pared interior del viejo del Mestalla se le ocurrió a Galdón. Si no recuerdo mal, en el Olímpico los de la Roma habían hecho algo parecido en el acceso a la Curva sud.
Nosotros quisimos imitarlos a nuestra manera. Las tardes que dedicamos en cuerpo y alma a cristalizar el mural fueron fructíferas para conocernos mejor entre nosotros, disfrutando de un permiso V.I.P a todas las dependencias del viejo Mestallla.
En aquella etapa el control de la consejería estaba en poder del “cienduros”, apodo que le clavamos por parecerse a Manuel de Falla, imagen que sostenía al arrugado billete de cien pesetas.
Un viejo sabio y cascarrabias que escribiría crónicas en alguna revista deportiva en los setenta firmando con el seudónimo de Capitán Araña. Me imagino que por edad habrá fallecido, siendo entrañable la relación que mantuvimos con él, sacándolo de quicio en más de una ocasión mientras recorríamos «Mestalla per díns«.
Años después, Ramón lo sustituiría en su labor acabando por encargarse, junto a Máximo, de afeitar y peinar el césped de Mestalla antes, durante y después de los partidos.
La pintura del sol naciente cuajaría en unas cuantas tardes, gracias la ayuda de una red importante de artistas que dedicaron su tiempo en plasmar los colores de la señera sobre aquel mureto que iluminaba a la calle Juan Reglá.