(Extracto de La vieja general)
Existía una gran preocupación entre las principales autoridades y cuerpos de seguridad europeos en aislar los brotes de violencia procedentes del Reino Unido, y que poco a poco servían de escaparate al resto de hinchas del viejo continente. Los años ochenta destacaron por la radicalidad inglesa y el potente colorido italiano.
“ la fascinación generada por los hooligans y ultras, lejos de ser positiva, creó una falsa conciencia entre los jóvenes españoles. Bajo esas premisas era casi imposible que el modelo inglés o italiano pudiera consolidarse de manera firme entre nosotros.
Y de ahí las incomprensiones y dificultades que los primeros radicales hubieron de soportar. Todo muy lógico, si tenemos en cuenta la estupidez de los nuevos planteamientos : violencia gratuita y odio irracional del hincha rival”.
Palabras de un ex dirigente de Yomus para la revista el Jugador Nº12. Otro de los sabios del tifo mundial, Fabio Bruno, reportero del magazine Supertifo e hincha acérrimo de la Sampdoria, con el que llegué a mantener una cierta amistad, se pronunciaba en este sentido para el fanzine Ultras.
“ Para el resto de jóvenes europeos, el radicalismo inglés era la bomba. Sus potentes coros, sus peculiares bufandeos, sus desplazamientos masivos a otros estadios y por supuesto el acompañamiento de la violencia fascinaba a los más rebeldes que entendían el hooliganismo como una forma de vida.
Este peligroso juego entre adolescentes comenzaba a tomar forma en países del arco del Mediterráneo, mientras en el Reino Unido, planteaba un grave problema de índole parlamentario.
Los responsables de seguridad desconocían por falta de medios información precisa, acerca de los gamberros más peligrosos.
En cada jornada el insoportable linchamiento y las conductas agresivas, eran habituales entre bandas rivales que se enfrentaban entre sí provocando el caos general”…