Dicho título que encabeza la opinión del dissabte es una novela de ficción pixelada por Eduardo Mendoza. Leí dicha obra en una época que requería de lecturas ágiles, y paginar velozmente abonado a la socorraneria que nos tiene acostumbrados la prosa del escritor nacido en la ciudad Condal.
Obra que recomiendo cuando uno necesite un chute de humor. Gurb me vino ayer a la mente después del paripé organizado por los siempre fieles a Carles Puigdemont en un mitin celebrado en Barcelona.
No era ciencia ficción, ni una escena de la próxima saga de José Luis Torrente. Antes había explorado a Pepe Carvahlo, detective novelado del bueno de Manolo Vázquez Montalbán.
Que la Catalunya separatista es un problema para España, es igual de cierto que Caixabank o Meriton lo son para el equipo de Pipo Baraja.
En España, hemos pasado de enterrar en cal viva a Lasa y Zabala, a permitir que un prófugo de la justicia pise suelo español saliendo escopetado sin ser visto por la puerta de atrás. De los años de plomo a la quema de contenedores y/o lanzamiento de piedras a comisarías de policía y edificios gubernamentales.
De la dimisión de un Ministro del Interior, el valenciano Antoni Asunción tras la fuga del director de la Guardia Civil, a resposabilizar a los Mossos en la operación de la captura del ilusionista sin señalar a los verdaderos culpables. Cuarenta y ocho horas después nadie se ha responsabilizado de la fuga.
Escribo la columna Sin noticias de Gurb, Puigdemont, el extraterreste. Desde el primer día no he estado a favor del desarrollo de la ley de amnistía. Ni Sánchez es Mandela, ni España es Sudáfrica, pese a que guardemos buen recuerdo de dicho país.
Escuchar a Bolaños en rueda de prensa sobre la responsabilidad que atañe a la policía catalana en el operativo que pesa por la orden de detención del expresident catalán es un insulto a la inteligencia.
Con todos mis respetos, cualquier ciudadano con un mínimo de responsabilidad y credo no puede aceptar dicho descalabro de un estado de derecho.
De facto, la amnistía, anteriormente la hubo fiscal con los populares, es la mentira mejor contada por el aparato socialista que comanda Pedro Sánchez.
Como tecleaba Pérez Reverte hace unas horas en su escaparate público, todo estaba bien orquestado. Impecable ha sido la acción de mecarcodotecnia del equipo de Sánchez. » Illa, Illa,Illa… Salvador es una maravilla» .
He esperado una respuesta contundente sin obtenerla, de los españoles de bien y no tan bien, de rojos y azules, los naranjas desaparecieron, y de los verdes ya la sé.
En este asunto no caben conjeturas, ni fisuras, la calle cada vez la pisamos menos, cualquier protesta desde el pulgar ¡comparte!, acción más cómoda con un gic tónic en mano, debajo de una sombrilla y entre amigos para subirlo rápidamente a las redes.
Por menos, se ha rodeado el Congreso, perdiendo la oportunidad de devolver la credibilidad al estamento político, judicial y policial.
Como era de esperar el sucesor de Garzón, Marlaska, no va a dimitir. Hubiera sido un acto de higiene democrática que jueces y responsables policiales se declarasen en rebeldía ayer mismo.
Yo ya yo lo estoy en la república de mi casa. Tarde o temprano vendrá Évole con un programa bajo el brazo, en tú casa o en la mía, y el invitado estrella será Gurb, amenizado por la música de un Osborne.