Foto; el desmarque.
No. Es mi primera opción y de momento la única. No puedo mostrar muchas simpatías hacia la candidatura por múltiples motivos. Me duele expresarlo.
Encaro la avenidas Cortes Valencianas dirección Ademuz, y observo la maqueta diseñada en algún almuerzo por aquella generación del bogavante que pensaba que esto iba a ser California.
Y València y el Valencia C.F una empresa constructora. Sigo pensando en las cuatro familias de los trabajadores de la construcción, que por desgracia perecieron en aquella obra de la fanfarronería.
Y sigo pensando, porque la vía es larga y ancha, en los miles de valencianistas que llevamos nada más y nada menos que la friolera de 15 años con un estadio a medio acabar.
Detenido en un semáforo sigo analizando la situación de algunos empresarios de la hostelería que invirtieron sus ahorros para ubicar y abrir sus negocios en la zona.
Y por supuesto en los vecinos del barrio por las promesas incumplidas. Y el principal, las obras siguen paradas con una ATE caducada. Nadie en su sano juicio las reanudaría con el panorama económico actual.
A ello hay que añadir el cambio de gobierno municipal y autonómico. Menudo marrón les ha quedado, pensará la Dama de Elche del brillante artista valenciano Manolo Valdés ¡Lo qué estará sufriendo la pobre ante la dantesca situación!
Al llegar a mi destino realizo una retrospectiva desde un Naranjito que ha alcanzado una cierta madurez hasta la actualidad. La primera por el alto coste de las obras que sufrió el Luis Casanova en el anterior Mundial disputado en España, el de 1982, que nos pasó una factura y bien gorda.
Después, por el poco entusiasmo que mostraron los socialistas de antaño para que el Valencia no se convirtiera en una S.A. Esto no es mío. Son declaraciones de un Catedrático de la moral, la ética y la decencia.
Y en lo que viví en los aledaños de la vieja general, por el alto intervencionismo político de los populares sobre la entidad, motivando la reválida de mayorías absolutas en las urnas. Había que tener de cara a la fiesta fallera y al pueblo de Mestalla. Les fue bien la apuesta por la cultura popular.
Un viejo amigo fue el que en un vagón de metro me dijo, la jefa es la que quiere el estadio allí, (Rita Barberá) ante otra propuesta que había para convencer a una familia que presidió el Club. Claro eso estuvo financiado por una banca pública quebrada que presidía un político popular entre otros.
Luego ya vino el remate con la mayor transacción de fútbol mundial firmando los activos en un contrato opaco que «rubricó» un dirigente socialista y del que nadie conoce con profundidad.
Después de todo esto, para rematar la faena un amigo Vicente, se pregunta ¿Construirías un estadio en Singapur? ¡Pues no!
Para finalizar esta disertación que no tiene que ser la válida y a modo de reflexión, por favor no pequemos de errores del pasado.
No busquemos réditos electorales con la participación de València y el Valencia en el Mundial. Busquemos soluciones al Club, a sus socios y a los vecinos, el Mundial puede esperar.
A lo mejor las tenemos delante de nuestras narices, en el viejo Mestalla, pese a contar con una orden de derribo. No es nada descabellado.
Quizá no sea un estadio de Champions, ni podrá albergar mundiales, pero seguirá siendo mi casa. La otra, mantengo mis dudas. Espero equivocarme.