No me cabe ninguna duda de que a los actuales gestores del Cap i Casal les viene grande salir del Ensanche, por no decir del Mercado de Colón.
Todavía no doy crédito a que la alcaldesa Maria José Catalá haya ejercido de mandataria de dos ciudades, y para mí, es como ver a Florentino Pérez, en menos de veinte años, dirigir el palco vip del Bernabéu y/o servir canapés en el estadio de Vallecas.
He asumido la condición de que para ser alcalde de una ciudad, debes haber mamado esa city desde la pila del bautismo y sin haber sufrido ningún exilio.
Cada vez me interesa menos la vida orgánica del Cap i Casal cedida al control y presión de los touroperadores de turno, si antes fueron los constructores, ahora lo son los operadores turísticos.
Antes el mueble tiraba del carro y ahora lo hace Fitur. Antes nos despachábamos un arroz de bogavante, y ahora descendiendo hasta los infiernos, las hamburguesas se dan vuelta y vuelta en las parrillas de Mestalla.
Inaudito. Ridículo. Me duele todo lo que veo, escucho y leo. Demasiado fanfarrón. Demasiada fanfarronería.
Esta semana sin ir más lejos se votaban en las pedanías de València una serie de propuestas, que en una de ellas, ¡Bienvenidos al sur! por el empadronamiento y cercanía me correspondía ejercer el derecho al voto.
No lo hice porque ya no me toman el pelo, como a muchos de mis vecinos. No se llegó ni al listón del 5 % de participación. Normal. Cada día a la ciudadanía le interesa más bien poco la política municipal.
No salí de mi asombro al leer la votación sobre una propuesta de cambiar unos ventanales, nada más y nada menos que de un edificio municipal.
El mantenimiento de un antiguo colegio, propiedad del Ayuntamiento, y hoy reconvertido en un multiusos ha sido gracias al esfuerzo y colaboración vecinal y de las asociaciones
Señores y señoras, el propio Ayutamiento de València sugería a los vecinos que votarán la sustitución de unas ventanas del edificio entre otras dos propuestas.
No dando crédito a lo sucedido pensé en un momento, que sí Luis García Berlanga estuviera presente, vivo está, de este sufragio sacaba otra versión de Bienvendo Mr. Marshall.
Esperé los resultados. Ganó el sombraje del parque infantil el mismo día que la alcaldesa de València, afirmaba en un coloquio que en la pedanía que resido sería una prueba piloto para alcanzar la autosuficiencia.
Para más inri, la propuesta más “sostenible“, verde y eléctrica obtuvo 0 votos, la misma puntuación que nos otorgaron en Eurovisión con la canción ¿Quién maneja mi barca?
Robert Redford ofendió menos a Demi Moore que el Ayuntamiento de València a los vecinos de El Perellonet.