Hoy dieciocho de marzo, es un día para recuperar el espíritu de Na Rovella de 1951, falla impulsada por el que fuera mandatario del Valencia F.C, Josep Rodríguez Tortajada, y en la cual su hijo Francesc Cueva Mir fue presidente infantil y tesorero. La fallera Mayor fue Magadalena Máñez Flores y la comisión estaba formada por al menos trece infantiles.
El proyecto artístico fue trabajado con mucho ingenio y sacrificio. Se contaba con poco recursos financieros para tal obra, así que la financiación del proyecto se conseguiría a través de donaciones particulares, cuotas de afilados, venta de rifas y loterías siguiendo el ritual y las tradiciones falleras.
Amistades anteriores a la Guerra Civil española aportaron su granito de arena colaborando en el llibret de Na Rovella, versos construidos por el hijo de Maximiliano Thous. Aquel monumento reivindicaba la falta de espacio público para jugar los niños y niñas del barrio, e incidía en la gran cantidad de solares abandonados en el barrio del Mercado y en toda Ciutat Vella.
Aquellas letras denunciaban que no podían jugar a la pelota dentro de casa, que ni en Mestalla ni en la Plaza de Toros permitín hacerlo, y que en el momento que lo hacían molestaban a los transeúntes y la policía del régimen les regañaba o castigaba. El mensaje de aquellos versos, hoy pueden parecer inocentes, lo son de hecho, no les gustaron en abosulto a los dirigentes de la Junta Central Fallera.
Los censores hicieron llamar a consultas a sus autores, uno de ellos Josep Rodríguez Tortajada encarcelado por el franquismo, y que finalmente evitaría la pena capital impuesta, para recortar la “feroz” crítica al Ayuntamiento. Los promotores teniendo que aceptar los cambios impuestos sobre aquella infantil iniciativa de Na Rovella, abandonarían dicha empresa en el siguiente ejercicio fallero.
Extracto del libro, Les Falles i el bar Torino.
Autores: Pedro Nebot, Eduard Ramírez y Juanjo Medina