Extracto del capítulo primero, el gamberrismo deportivo.
La nota pintoresca en la ciudad fue ayer la presencia en lugares céntricos de varios millares escoceses venidos para la final de la Recopa que, con sus atuendos y sus mascotas llamaron poderosamente la atención de los barceloneses (25 de mayo de 1972 La Vanguardia)
La ciudad anfitriona de la final de la Recopa fue Barcelona. Un veinticuatro de mayo de 1972 enfrentó al Rangers con el Dínamo de Moscú. Veinte mil escoceses en un lado, en el otro, una pequeña delegación soviética.
Gracias al presidente del Fútbol Club Barcelona, la ciudad Condal fue sede para organizar la final en su estadio. El Nou Camp estrenaba yerba, alguna gradería renovada, nuevas butacas, y siempre bajo la atenta mirada de la dictadura franquista.
Vivíamos la etapa del destape, las revueltas estudiantiles y España proyectaba su amable imagen turística al exterior. La España de la apertura y la transición al cambio político estaba por llegar.
El desplazamiento masivo de escoceses hizo que varias localidades colindantes como Mataró, Calella, Lloret de Mar entre otras, albergaran gran cantidad de aficionados del Rangers.
Hostales, pensiones y apartamentos harían su agosto sin antes conocer la furia de los más radicales. Y no fue para menos, en uno de los hoteles, en la primera noche fueron expulsados casi un centenar de gamberros por saqueos, robos, desórdenes públicos y estado de embriaguez de sus huéspedes.
(continuará en La Vieja general)