Habíamos tomado la decisión de seguir adelante continuando con los ataques personales al presidente Roig. Nos jugábamos la credibilidad de una grada que había demostrado coherencia, fidelidad y estar al costat de la historia del club.
La corriente no nos era muy favorable. Roig era un hombre astuto y contaba con un delfín radiofónico que defendería su gestión por encima de todo ejerciendo un control mediático sobre la marabunta.
Su guardia pretoriana, el equipo de seguridad privada contratado para vigilar los accesos a Mestalla cometió el error del bulto la jornada, que por la fuerza y a las bravas intentaron retirar de la valla la famosa pancarta “ Roig, tu dolce vita son los 40 millones » limitando la libertad y aplicando la censura en el Camp de Mestalla.
El partido frente al Betis, un dieciséis de noviembre de 1997, nada más marcar el Valencia, y con el resultado favorable celebramos desde la gradería el gol con él ¡Paco vete ya, Paco vete ya!
Aquella arenga nos costó escuchar desde la numerada un sinfín de silbidos dirigidos a nosotros. La siguiente jornada el Valencia la disputaría en el Vicente Calderón, y sin ejercer un exhaustivo control por parte de las fuerzas de seguridad sobre los desplazados, preparamos unos cartones protesta que cada uno de ellos llevaba pintada una letra del ¡Paco vete ya!
A la tercera fue la vencida, el gol de Pauleta, jugador del Salamanca acabaría por sentenciar a Roig con un Mestalla, enérgico, contagiado, airado, y levantando la voz contra del mandatario valencianista. A los pocos días el presidente Roig presentaría su dimisión al consejo de administración.
El día de la Navidad solía tener la costumbre de visitar a un hermano de mi abuelo para felicitarle. El tío Antonio residía en una de las fincas del carrer Poeta Querol con la mala suerte que al salir del ascensor para recogerme, Roig se encontraba en el zaguán del edificio visiblemente enfadado, y al verme con un cabreo monumental se dirigió a mí de malas maneras teniendo que poner paz entre ambos su mujer y mi hermano. No llegando a las manos. Final de la historia. Paco se fue, ya no volvió.