A pie de campo, el locutor de radio Pipi Estrada lo podía haber retrasmitido así, “tifo a nivel europeo”, el desplegado en fondo norte del Luís Casanova para recibir a la Roma del príncipe Giannini.
Del aquel vibrante y reñido encuentro en el césped que enfrentaron al Valencia y a la Roma en la segunda ronda de la copa de la UEFA, mantengo vivos muchos recuerdos cargados por un ambiente hostil y un excesivo protagonismo de la violencia.
La presencia de la mágica Curva Sud. Las carreras de los aficionados de ambos equipos por la avenida de Aragón y calles adyacentes. Las cargas policiales. La tortuga. La malsonante pintada en una de las paredes de acceso al estadio, “Roma no fue una loba, fue una zorra. Roma 2 Lecce 3»
Todo esto y más ocurriría en la ciudad de València durante un veinticuatro de octubre de 1990. Y sobretodo por ser un tifo de leyenda, que pasará a los anales de la historia del valencianismo por estar entre los mejores espectáculos vistos en las gradas del Luis Casanova.
Sin duda, uno de mis favoritos por la belleza y espectularidad, al amamantar toda la general de pie norte de tiras de plástico formando los colores de la senyera, combinado con globos blancos y respaldado por el color de las bengalas marítimas.
“Todos los caminos conducen a Mestalla.”