Bécquer visitaba con frecuencia un almacén de felpudos y esteras de esparto. En el multinegocio valenciano se ubicaba un despacho de horchata, agua cebada y limón. La poética rima del sevillano ensalzaba la calidad de los productos allí servidos, resaltando la preciosa decoración del establecimiento engalanada por las telas valencianas.